La situación actual del comercio en las Caxinas es buena, dentro de la crisis económica general del país. Su posición central entre Vila do Conde y Poboa provocan un movimiento que es claramente una potencialidad de las Caxinas, que se refuerza con el consumo interior, por la población propia.
En este contexto, y con el centro de gravedad del barrio situado en la marginal y la calle paralela más comercial, los logradouros deben introducir de un modo u otro esta función.
La habitación en planta baja, vivienda a nivel de calle, provoca un trato próximo entre las personas que es parte del carácter de los Caxineiros. Perderlo es como debilitar la cohesión de la comunidad. Sin embargo, dentro del uso comercial, cafeterías y bares son espacios semi-publicos que favorecen el contacto, sumando por su lado factores de cohesión a la comunidad. Es más, favorecen a los espacios públicos de los logradouros, provocando una permeabilidad entre la calle y el interior de manzana que es muy beneficioso, y además otorgan nuevas posibilidades a los negocios al dar servicio a dos ambientes diferentes, con horarios diferentes y complementarios.
Por contraste, los garages en planta baja son, la experiencia lo demuestra, desertificadores de la actividad humana, muralla de la comunidad. En resumen, motivo de desurbanización. Insisto en ello, puesto que constituyen actuaciones completas realizadas en el mismo espacio temporal, y que matan la vida social de las calles donde esto ocurre.
El automovil es lo que provoca, como vemos, muchos males. El comercio, una vez resuelta la necesidad de estacionamiento hacia el interior del logradouro, puede mostrar sus escaparates con total visibilidad, permitiendo que las personas vayan de un lado a otro de la calle comercial y atractiva, sin barreras de coches que molesten el paso.
La peatonalización sería el paso siguiente, provocando inmediatamente la incorporación de la estancia al paseo comercial. Bancos y terrazas se adueñarían de la calle, atrayendo a personas que en muchos casos no desean comprar, pero juntarse con los demás y beneficiarse de esa vitalidad que tiene lugar.
En este contexto, y con el centro de gravedad del barrio situado en la marginal y la calle paralela más comercial, los logradouros deben introducir de un modo u otro esta función.
La habitación en planta baja, vivienda a nivel de calle, provoca un trato próximo entre las personas que es parte del carácter de los Caxineiros. Perderlo es como debilitar la cohesión de la comunidad. Sin embargo, dentro del uso comercial, cafeterías y bares son espacios semi-publicos que favorecen el contacto, sumando por su lado factores de cohesión a la comunidad. Es más, favorecen a los espacios públicos de los logradouros, provocando una permeabilidad entre la calle y el interior de manzana que es muy beneficioso, y además otorgan nuevas posibilidades a los negocios al dar servicio a dos ambientes diferentes, con horarios diferentes y complementarios.
Por contraste, los garages en planta baja son, la experiencia lo demuestra, desertificadores de la actividad humana, muralla de la comunidad. En resumen, motivo de desurbanización. Insisto en ello, puesto que constituyen actuaciones completas realizadas en el mismo espacio temporal, y que matan la vida social de las calles donde esto ocurre.
El automovil es lo que provoca, como vemos, muchos males. El comercio, una vez resuelta la necesidad de estacionamiento hacia el interior del logradouro, puede mostrar sus escaparates con total visibilidad, permitiendo que las personas vayan de un lado a otro de la calle comercial y atractiva, sin barreras de coches que molesten el paso.
La peatonalización sería el paso siguiente, provocando inmediatamente la incorporación de la estancia al paseo comercial. Bancos y terrazas se adueñarían de la calle, atrayendo a personas que en muchos casos no desean comprar, pero juntarse con los demás y beneficiarse de esa vitalidad que tiene lugar.
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