El espacio público es la manifestación obligatoria de nuestra relación con el fenómeno urbano.
El ser urbano decide encaminarse con o sin rumbo a través de los espacios públicos de la ciudad, probablemente en muchas ocasiones sin un plan predeterminado al menos en su totalidad.
Obligado a esos espacios, porque son los únicos ámbitos que se le permitirán. No está obligado a ir si no lo desea, y esa es la otra parte: las personas pueden rechazar las propuesta y dimitir de su ciudadanía. ¿Porqué?
Participación. Libertad. Los espacios públicos nos hablan de libertad, de individualidad que intenta encontrar su lugar. Debemos reflexionar sobre la condición de ciudadanía como un agregado inteligente de individuos concertados para usufruir las potencialidades de la unión, o dicho en lenguaje coloquial, tirar del carro todos juntos para que yo me lleve una parte buena de la mercancía.
Ojo. El prejuicio contra el interés individual es pura hipocresía. Ningún interés propio será más moderado que aquel que se negocia con los demás, porque va a establecer lo que doy y lo que recibo, y me podré centrar en resolver "mi problema" ayudandome y complementando el "mi problema" de otro. Subsistencia y seguridad son dos misiones esenciales en la existencia del individuo, y son los principios de la vida en sociedad, es decir, en la ciudad.
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