Ya hemos abordado la posibilidad de mantener encerrados los logradouros. Pero quizá sea conveniente preguntarse porque no abrirlos.
Están encerrados. Esto hoy día es así. Pero no es su estado natural, como si digeramos. Podemos aludir a la parcela que cultivaban para sobrevivir, al almacén de cosas que tenían en casa y sobraban...nada en absoluto queda ya de ese "concepto" inicial, más erudito que real, si me lo permiten.
Me interesa más analizar lo que ocurre dentro y que me inspira el mismo sentimiento de adhesión a la comunidad. Los cierres. Son bajos, diriamos que exiguamente definen la propiedad de cada casa, y ahí se acaba el termino. A partir de ahora, no me atrevo ni a llamarlo muro, su connotación es excesiva, y aquí no se produce esa separación. Se puede saltar de una parcela a otra, sin más.
¿Que seguridad proporciona esto? Siempre asistimos a cierres que, al menos, obligan a dar un salto consciente, mediado, obligan a tener el proposito inequivoco de saltar. Como mucho, en casos de parentesco, se deja una puerta. ¿Es esta la importancia que le dan a la seguridad?
La seguridad, entonces, la proporciona la comunidad, concluyo. La solidaridad mecánica se produce en sociedades de economías primarias, y se conserva en las Caxinas. Por tanto, y teniendo en cuenta que no han surgido excepciones que hayan alterado esto, debemos concluir que la comunidad mantiene su cohesión, no presenta quiebras y sigue confiando en la fortaleza de la convivencia para vencer los problemas.
Con esta actitud, no es comparable nuestro punto de vista burgués, individualista y garantista, frente a esta realidad que ya ha enfrentado el problema de la inseguridad y lo ha resuelto en su seno. Nosotros ganamos en seguridad, pero perdimos la proximidad y la solidaridad directa de nuestros vecinos. Ellos han triunfado en el sentido de que su concepción no los ha encerrado, auto-aislado, y sin embargo no han renunciado a su bienestar y el de los suyos, su familia proxima y su familia amplia que son sus vecinos.
En sí, la casa del caxineiro es ya un espacio público, una urbe familiar, rememorando a Cerdá. La familia está compuesta de padres, hijos, abuelos, que se amplían con los parentescos de tíos, primos...y las familias son amplias. Analogamente a Cerdá, casi es concebible la casa como una urbe, con vías familiares, intervías de servicios y urbes personales, con una complejidad que nuestra tipología resolverá más adelante, pero sobre todo el la Urbe de un conjunto de personas, ya que se juntan lazos de parentesco. Me recuerda mucho a la familia africana, proveniente de la tribu, que evoluciona en el mundo moderno manteniendo lazos de hermandad inclusive con los hijos de sus hermanos, así tíos se convierten en padres adoptivos abnegados, padres genuinos se diría. Esa comunidad les ayuda a sobrevivir, apoyados además en el lazo casi familiar de la pertenencia a la misma tribu o territorio proximo cuando se encuentra muy lejos de su casa.
Los Caxineiros eran una tribu, incluso desde el punto de vista de la antropología. Hoy su vida ha cambiado pero siguen atrapados en las vivencias con su mar, su lugar en el mundo. No se pesca, pero el lugar permanece, y el espíritu se ha mantenido. Cabría preguntarse si se puede encontrar algo mejor, comparativamente con los resultados de nuestras sociedades actuales. Ellos no conocen la intimidad, no es lo mismo que para nosotros. No tienen nada que ocultar, no van a encerrar nada.
El Espacio público está ya en el interior de los intervías. Está al menos a la escala de la población del logradouro, que no es poca. Incluso de forma gradual, con accesibilidad limitada, esta podría a la larga funcionar, primero solo para su uso como espacio semi-privado, y después viendo la posibilidad de abrirlo o abrirlo de modo condicionado. Todo es posible.
viernes, 25 de julio de 2008
Porque abrir los intervías al espacio público
Etiquetas:
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